BYRON HARRINGTON
Entré al hospital como si fuera mío, con Steve flanqueándome. Nadie me detuvo y cuando alguien quería acercarse a mí, otra persona más consciente lo detenía, murmurando mi nombre.
—Buenos días, ¿en qué puedo servirle? —dijo la recepcionista intentando lucir profesional mientras escondía su nerviosismo detrás de una máscara de calma.
—Vengo a ver a la señorita Charlotte Guillan —contesté con una sonrisa ensayada.
—Lo siento, pero la única persona autorizada para ver a la señorita, es su primo, el señor Anthony Guillan —respondió con educación, fingiendo estar apenada.
—Charlotte fue mi prometida y estoy preocupado por ella. Entenderá que debo ir a verla —agregué con un suspiro que parecía cansado—. ¿En qué habitación está?
—Señor, lo siento, en verdad… —volvió a disculparse cuando mi ayudante ya estaba a su lado, con esa presencia dominante que pocas veces usaba. Tomó la libreta con arcoíris que parecía usar la recepcionista, junto con un bolígrafo lleno de plumas r