AMBER PIERCE
—¿No te gusta el vestido? —preguntó Charlotte mientras cepillaba mi cabello con cautela—. Anthony lo compró pensando en ti. Creo que te quedará divino.
Entre más la veía a través del reflejo más dudas me asaltaban.
Después de ese incómodo momento en su «salón de arte», me regresó a la habitación principal.
—Estás muy alterada, necesitas tiempo para pensar —había dicho Anthony mientras me llevaba del brazo. A partir de ese momento esa puerta quedó cerrada. Su promesa de darme mi libertad acababa en el momento en el que yo mostraba rebeldía.
—No te pongas triste, verás que esto es lo mejor —dijo Charlotte ante mi silencio, haciendo una pausa—. Anthony te ama mucho y serás mil veces más feliz con él que con Byron.
—¿Por qué huiste de él? —pregunté conteniendo mis ganas de quitarle el cepillo y partirle la cabeza con él.
Se quedó largos minutos pensando, absorta en mi cabello, hasta que por fin abrió la boca:
—¿Te gusta un hombre como él, que solo te usa? —respondió con