Mundo ficciónIniciar sesiónBYRON HARRINGTON
—¡Papá! ¡Por favor! ¡No puedo quedarme así, con la nariz rota! —exclamó Karen dentro del consultorio de su padre, con la voz de una niña berrinchuda que no acepta un no por respuesta—. No puedo dejar que Byron me vea así. Tengo el tiempo contado. Cuando él recupere la vista por completo debo de estar preciosa, no con la nariz torcida.
»¡¿Cómo se va a enamorar de mí?! —gritó furiosa y podía imaginármela doblando sus rodillas al ritmo de sus exigencias, tal vez incluso golpeando el piso con sus zapatos.
—Amor, tu rostro aún está inflamado —respondió el doctor White con paciencia, más de la que su hija merecía—. Ademá







