AMBER PIERCE

Lo atraje a mi cuerpo, buscando que me cubriera con su piel. Su boca respondió a la mía con la misma ferocidad. Desesperado, arrancándome el alma al mismo tiempo que mis bragas. Lo deseaba con todas mis fuerzas, con toda mi esperanza, con todo mi dolor. Sus caricias eran lo único que me mantenía lejos de esa incertidumbre que me estaba matando. 

Con él no tenía que descubrir quién era, me había forjado un lugar, una identidad y me sentía real. 

Me sometió contra la cama, apretando mis muñecas con más fuerza de la que jamás había usado. Abrió mis piernas de una sola intención y me tomó, me reclamó como si no recordara que mi cuerpo no había dejado de ser suyo. 

Nuestros corazones latieron juntos y murieron al mismo tiempo cuando el primer orgasmo nos envolvió, pero no