La conversación sobre Aitana había traído una punzada de dolor a la atmósfera, un recordatorio sombrío de la tragedia que los unía. Bianca, sintiendo la incomodidad, decidió desviar la atención.
—Steven, no sé si es un error nombrarla, pero realmente quisiera saber cómo has estado después de la muerte de mi hermana. Supongo que no ha sido nada fácil para ti, no me imagino lo complicado que debe ser.
En ese momento, el semblante de Steven cambió, como si las palabras lo hubieran golpeado, afectándolo profundamente. Era evidente que extrañaba demasiado a Aitana.
—No te voy a negar, Bianca, que hay noches en las que simplemente no puedo con el dolor —dijo, su voz teñida de una tristeza profunda—. Cada vez que me voy a la cama, no dejo de pensar en lo que le pasó. Quisiera regresar el tiempo atrás y volver a estar con ella y decirle todo lo que no pude. Siento que los momentos que compartimos juntos no fueron suficientes para expresarle todo mi cariño y amor. Sin embargo, creo que debería