El bullicio en la oficina de Pretty era palpable. El anuncio de Elara había desatado una ola de emoción y nerviosismo. La idea de que el reconocido Eric Harrington no solo les daría un proyecto, sino que los visitaría en persona, era un evento de tal magnitud que parecía irreal.
—Y no solo eso —continuó Elara, sonriendo de oreja a oreja—. El señor Harrington ha quedado en venir personalmente a la compañía para discutir los detalles. Así que, prepárense. Esto es una oportunidad de oro para todos nosotros. ¡Demostremos por qué Pretty es la mejor casa de modas!
Los murmullos de excitación se esparcieron por la sala. Todos, excepto Bianca, estaban eufóricos. Ella, en su lugar, se sentía como si estuviera a punto de ahogarse en una piscina de pánico. Sus manos temblaban, el corazón le latía desbocado. ¿Eric Harrington? ¿Aquí? En su lugar de trabajo. La sola idea de tenerlo tan cerca, de tener que interactuar con él, de revivir el pasado que tan arduamente había intentado enterrar, era un