Con unas enormes ojeras y un humor peor que el de antes, Liam se había presentado en la oficina, tenía un mes para dejar todo en orden y entregar la empresa Carter.
Aunque el compromiso con Victoria no había avanzado, él no pensaba rogarle a su familia que se retractara de la demanda.
— Señor… Señor… ¡Señor Carter! — La secretaria llamó la atención de Liam, quien de nuevo se había quedado ensimismado en sus pensamientos.
— ¿Qué? — Gruñó Liam, haciendo como si retomara sus labores y estuviera revisando algunos papeles.
— Señor, le estaba preguntando que si ya había terminado de revisar el informe y si necesitaba que le cambiara algo más… — Comentó la secretaria intentando tener tacto, no era fácil hablarle al jefe con el escándalo que había generado y su actitud hostil.
— Está mal… — Gruñó Liam, apretando la carpeta en la mano. — ¡Está todo mal! — Voceo lanzando la carpeta contra el escritorio, los papeles salieron volando al piso y de inmediato, la secretaria saltó a recogerlos.