— Señora Anderson… — Alicia hizo un gesto como si la saludara.
— ¿Sí? — Ania retrocedió un paso.
Esa mujer estaba demasiado cerca y si algo había aprendido Ania de sus últimos encuentros con su hermana, era a no fiarse de ella.
— Oh, nada, es solo que… No puedo dejar de contemplarla… — Alicia comenzó a caminar lentamente por la periferia de Ania, como si la rodeara.
— ¿Por mí parecido a su hermana? — Ania elevó una ceja, atenta a los movimientos de Alicia. — Creí escuchar que usted dijo que la vida sigue, así que, creo que ya debería superarla…
— Sí, eso intento, ¿Sabe? — Alicia suspiró afligida. — Superarla… Pero su recuerdo me sigue persiguiendo… Como un fantasma… — Concluyó con un toque de ironía.
— ¿En serio? Quizás se deba a que usted le debía algo… — Comentó Ania, punzante.
Ambas podían jugar al juego de las indirectas.
— ¿Qué?
— Es solo una suposición… — Aclaró Ania, encogiéndose de hombros, para luego girarse y quedar de nuevo frente al espejo.
Ania retomó su lápiz