Capítulo 68

Capítulo 68

Aquellos dos días parecieron haber durado una eternidad. Para Augusto, el tiempo en Rio Grande do Sul transcurría de forma extraña, como si cada hora se arrastrara con el peso de una década. En el último día en la ciudad, se quedó hasta tarde en la empresa; ya pasaban de las ocho de la noche cuando finalmente apagó el computador y salió de la oficina. El cansancio era evidente. Desde que salió del coma, sentía que su cuerpo aún no había recuperado el ritmo. Cada paso parecía exigir más energía que antes. Aun así, se mantenía firme, concentrado, avanzando un día a la vez.

El ascensor bajó despacio, llevándolo solo hasta el sótano. Sabía que el conductor lo estaba esperando desde hacía al menos tres horas, pero Augusto le había pedido que saliera a cenar, pues sabía que se demoraría más de lo previsto.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, caminó por el aparcamiento, que estaba casi vacío. La empresa disponía de tres plantas para los coches de los empleados, y a esa h
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