Capítulo 36
A la mañana siguiente, padre e hijo se dirigieron juntos a la empresa. El coche se deslizó suavemente por las calles concurridas, y el silencio cómodo entre los dos fue roto por Augusto.
— Tan pronto te gradúes, Rafael, quiero que asumas como CEO definitivo —dijo él, lanzando una mirada firme a su hijo—. Yo continuaré como presidente, pero la gestión diaria será tuya. Creo que ha llegado el momento de preparar el futuro de la empresa.
Rafael, que miraba por la ventana, se volvió hacia su padre, un poco sorprendido, pero también orgulloso por la confianza depositada en él.
— ¿Estás seguro de eso?
— Lo estoy. Ya has demostrado que eres capaz. Y, para ser sincero, quiero tener un poco más de tiempo para disfrutar de la vida.
Rafael asintió. El peso de la responsabilidad ya estaba sobre sus hombros desde hacía algún tiempo, pero ahora parecía aún más real.
Cuando llegaron a la empresa, cada uno se dirigió a su respectiva oficina. Rafael apenas tuvo tiempo de acomodarse antes d