Máximo apretó la mandíbula con incomodidad, ese sujeto, Aiden Sinclair, seguía sin agradarle, aunque había intentado ayudar a Isabella y eso le sumaba un punto.
No obstante, a Máximo no le gustaba lo cercano y sospechosamente amigable que era con su esposa, una punzaba lo quemaba cada vez que los veía cerca.
Al mismo tiempo, Aiden notó la molestia de Máximo y aunque en cualquier otro momento eso le hubiera causado satisfacción, ese día, Collins se había ganado algo de su respeto.
Él había ayudado a su abuela y a Isabella, supo mover sus fichas sin hacer un escándalo y no solo eso, había puesto a raya a Ricardo y Héctor, por lo que no deberían volver a preocuparse por otra artimaña de ese par.
Aiden no estaba acostumbrado a deberle nada a nadie y por sobre todo, había sido educado como un cabello, así que, en un acto que dejó a todos boquiabiertos, estiró su mano hacia Máximo, con mucha seriedad.
— Oye, Collins… — Lo llamó Aiden. Máximo arrugó el entrecejo, confundido al ver la ma