Máximo llamó a Aiden, quien se acercó extrañado.
—	¿Sí?
—	¿No es esta una de las clínicas de la familia Sinclair? — Le preguntó Máximo a Aiden.
—	Por supuesto. — Respondió el primo de Isabella, confundido.
—	Pues, cómo la heredera, Isabella, es la legítima dueña de esta clínica y si no me equivoco, como dueña, creo que ella tiene el derecho de decidir quién se queda en la clínica y quién no lo hace. — Máximo se irguió, orgulloso y altivo.
—	Eso no significa que mi madre pueda irse con ustedes… — Gruñó Ricardo con la mandíbula apretada. — Somos sus hijos y nosotros decidimos, no nos pueden obligar a nada…
—	¿Ah, no? — Máximo chasqueo los dedos y otro de los hombres que lo seguía le acercó un abultado sobre. — Si quieres enfrentarme, te reto… — Máximo saco un montón de papeles que estampó en el pecho de Ricardo. — Estás son las copias de todas las inconsistencias que se han encontrado en los registros de la familia Sinclair durante la administración de ustedes dos… Cabe destacar q