Capítulo 129. Regateo
[Ari]
Pasaron unos días después de aquella desubicada conversación de oficialidad con papá, donde todo había sido un verdadero caos. Daniel iba todos los días a casa a jugar con Tyler, siempre cuidando de que nadie lo siguiera. Cuando mi miedo se acrecentó y él se dio cuenta, dijo que esta vez Rávena no lo alejaría de nosotros y al día siguiente contrató a un ejército de guardaespaldas. Y no, no mentía. Había veinte hombres vigilando la casa y otros veinte cuidando los alrededores del hospital. Eso me pareció exagerado. Cuando se lo dije comenzó una especie de negociación.
—Diez —le dije, pero él seguía insistiendo en que por lo menos dejaría veinte.
Con reiteración dijo que no pensaba bajarse de ese número y yo tampoco estaba en una situación óptima para seguir discutiendo. Estábamos en el hospital, en medio de tres emergencias. Yo estaba dentro de la recepción, buscando los números de los parientes de las personas heridas y él estaba llenando el expediente de uno de los pacientes.
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