Después de aquella noche de pasión, supe que mi vida había cambiado. La confesión de mi enfermedad y el saber que contaba con su apoyo fueron lo mejor que me pudo haber pasado. Ahora, debía contárselo a su hermano. Bueno… Patrick ya lo sabía, al parecer gracias a una carta que dejó su abuelo.
Alexander me convenció de que debíamos visitar a otro médico, un especialista en otra ciudad. Necesitábamos una segunda opinión. Pero yo no quería irme, no mientras la situación en la empresa seguía sin resolverse. Había postergado demasiado la junta directiva donde revelaría que Edward había malversado fondos. Ahí exigiría el reintegro total del dinero, o de lo contrario, enfrentaría una demanda legal.
Lo había pensado por días. Y al fin, decidí hacerlo. Al día siguiente enviaría un correo a todos los miembros de la junta, incluidos los socios. Así que comencé a redactarlo en la laptop, sobre mis piernas, aún acostada en la cama. Alexander ya había salido a su oficina.
Correo de Anne
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