El aire entre Wolf y sus antiguos guerreros era tan denso como la niebla del amanecer. La tensión se podía cortar con el filo de un cuchillo. Bjorn, el más impaciente de los tres, fue el primero en romper el silencio.

—Mi señor —dijo Bjorn, con una voz llena de frustración—. Te fuiste. Nos dejaste sin líder. Tu hermano tomó el mando y nos dio una misión. La lealtad no es un juego.

Wolf lo miró a los ojos, sin parpadear.

—No me fui sin una razón, Bjorn. Mi hermano no es el Thane que necesita esta tierra. Él solo busca poder, y no le importa quién caiga en el camino. No está interesado en el bienestar de nuestra gente, solo en su propia gloria.

Ragnar, el más viejo y sensato, dio un paso adelante.

—Mi señor, siempre hemos sido leales a tu familia. Tu padre era un Thane justo, y tu palabra era nuestra ley. Pero estos nuevos tiempos... no los entendemos. ¿Por qué te escondes entre forasteros? ¿Por qué te vistes con ropas de campesino?

Wolf miró a Kael, que se mantenía en silencio, con la m