CAPÍTULO 97
Después de aquel incomodo momento, Liliana nos invitó a pasar al comedor, La cena seguía, pero yo no podía concentrarme en la comida. Sentía el estómago dar mil vueltas, la tensión se podía cortar en el aire. Miraba a Mercurio, sentado justo frente a Micaela, Su sonrisa ya la conocia muy bien, La que usaba cuando quería impresionar a las lobas ingenuas, la misma que usaba cuando se ponía en su papel de Don Juan.
Estaba muy preocupada, Micaela, se notaba nerviosa, sonrojada, parecía no saber dónde meterse, bajaba la mirada cada vez que él le decía algo. Se reía, pero nerviosa, jugueteaba con la servilleta, se acomodaba el cabello detrás de su oreja.
Era obvio que no estaba acostumbrada a ese tipo de atención, Ares la había metido a un internado de lobas, que un lobo guapo como mi hijo le repitiera que era hermosa debía hacerla sentir especial.
Mark los observaba en silencio. No decía nada, pero su mandíbula estaba apretada, el no era muy bueno para la conquista, se había me