Capítulo 7
La tela blanca de gasa me tapaba toda la cara. Sentía mis huesos como si estuvieran rotos.

—¡Ah, por fin despiertas!

Una voz desconocida se oyó de repente.

Luché por abrir los ojos.

El rostro de la enfermera se agrandó frente a mí.

—Has estado dormida mucho tiempo.

La miré toda confundida.

Abrí la boca, pero solo pude soltar unos sonidos débiles.

La enfermera me trató de calmar un poco:

—Te tienes las cuerdas vocales bastante dañadas. Por ahora no puedes hablar.

—Si necesitas algo, escríbelo en este papel.

La enfermera sacó un lapicero y un cuaderno, y los dejó a mi lado.

Mi mano izquierda estaba vendada y quieta.

Pero la derecha… esa aún podía moverla.

Fue entonces cuando noté algo en la palma de mi mano.

Mi respiración se aceleró al ver la foto pegada con cinta adhesiva.

Era una foto de Fernando y yo.

Fernando había querido terminar conmigo antes de desaparecer.

Yo me negué, discutimos a gritos, y por enojo, rasgué todas nuestras fotos.

Después, me fui a mi casa.

Pensé que él vendría
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