Mi esposo trabajaba en la torre de control de un aeropuerto coordinando la llegada y salida de las aeronaves. Y yo era una piloto de avión. En el pasado y durante una tormenta eléctrica, mi hija tuvo tanto miedo del vuelo que sufrió un ataque cardíaco. Contacté a mi esposo para realizar un aterrizaje prioritario, y el avión que yo pilotaba fue el primero en aterrizar. El resultado fue que el avión donde viajaba, su amorcito, Nicole, también estaba pidiendo aterrizaje, y como no pudo hacerlo a tiempo, este fue alcanzado por un rayo y se estrelló, matando a todos a bordo. Mi esposo a partir de esto se le veía distante y siempre con rabia, pero en el cumpleaños de nuestra hija, algo cambió, al parecer decisión cobrar venganza. Cerró entonces la puerta con llave, encerrándonos a ella y a mí en casa. Y luego, nos prendió candela. —¡Si no hubieras usado tus influencias para aterrizar primero, el avión de Nicole no habría sufrido ese accidente! —Esa mocosa no estaba enferma ese día, ¿verdad? ¡Todo esto fue porque estabas celosa de Nicole y querías deshacerte de ella! ¡Por tu culpa murieron cientos de personas inocentes! Atrapadas y sin salida, mi hija y yo morimos en agonía, consumidas por las llamas. Cuando abrí los ojos de nuevo, volví al día en que piloteaba el avión y mi hija estaba teniendo el paro cardiaco. Pero esta vez, fue diferente y mi esposo cortó toda comunicación desde la torre con el avión que yo tripulaba. Pero cuando se enteró de que nuestra hija había muerto… perdió por completo la cordura.
Leer másEscuché novedades de William por primera vez un mes después de haber llegado a Puerto Mar.Sin señal de él durante todo ese tiempo, me había acostumbrado a convivir con los demás miembros del equipo. Pasábamos los días explorando y maravillándonos con el lugar.A pesar del mucho frío que hacía allí, mi corazón estaba cálido.Aquel día, por fin tuvimos señal, y todos se apartaron para llamar a sus familias.Yo, en cambio, agarré mi celular sin saber a quién escribirle.Abrí WhatsApp y vi más de cien mensajes sin leer. Con desinterés, le eché una ojeada a todos, sin encontrar ninguno que quisiera responder.Hasta que apareció uno de Samir.Su mensaje me informó sobre el destino de William.Poco después de mi partida hacia Puerto Mar, se dictó la sentencia de su juicio.William lo perdió todo: su trabajo, su familia, y, por supuesto, a su hija. Además, fue condenado a cinco años de prisión.La noticia lo destruyó por completo.En su desesperación, gastó una gran suma de dinero en contrata
Según lo que me contó Marcelo, cuando llegaron para llevarse a William para ser investigado, él reaccionó como un loco, tirándose al piso de rodillas mientras suplicaba desesperadamente por un poco más de tiempo.William había solicitado una prueba de paternidad.Pidió un resultado urgente.Cuando le entregaron el informe, confirmando con un 99% de certeza que la niña era su hija biológica, William cayó al suelo, destrozado, sollozando lleno de arrepentimiento y desesperación.—¡Hija! ¡Mi hija! Fui yo quien te mató… todo fue culpa mía…De ahí en adelante, dejé de seguir lo que ocurrió con él.Acepté un reconocimiento por parte del gobierno regional y una jugosa compensación económica. Después de eso, decidí renunciar.El Capitán, comandante de avión Marcelo intentó convencerme de reconsiderarlo:—Amelia, piénsalo bien. Lo que hiciste por William aquella vez puede considerarse haber pasado por alto las reglas, sí, pero todos lo ven como algo menor. Ahora eres una heroína; nadie te lo va
Murmullos que expresaban asombro inundaron el lugar.La cara de William era distinta y poco familiar, como si buscara desesperadamente una excusa:—¡Eso fue porque Amelia quería aprovechar sus contactos para aterrizar antes…!Marcelo lo interrumpió con voz firme y severa:—William, ¿tantos años como despachador y ya olvidaste las reglas? Si hay un pasajero en estado crítico, solicitar un aterrizaje prioritario no solo es razonable, ¡es obligatorio!William se quedó callado, las palabras se le quedaron atoradas en la garganta.Marcelo continuó, sin darle ni siquiera un respiro para responder:—¿No estabas tan curioso por saber qué hizo Amelia durante esa semana de permiso? Bien, te lo diré. ¡Esa mujer, para evitar que el aeropuerto te despidiera, suplicó a quien hizo falta! Bebió hasta terminar con hemorragia gástrica porque con quienes debía que hablar solo la invitaban a trago, y estuvo hospitalizada por una semana.Las palabras cayeron como martillos sobre William, que permanecía inm
William retrocedió completamente aterrado.Mientras daba pasos hacia atrás, comenzó a hablar, tratando de convencerse:—¡No puede ser! ¿No era solo un problema leve del corazón? Esto tiene que ser falso... ¡sí, seguro es falso!Levantó la cabeza, apretando los dientes mientras gritaba:—¡Amelia, ¿dónde conseguiste este muñeco tan realista? Parece increíblemente auténtico.Sin embargo, su mirada vacilante lo delató.Él sabía la verdad. Sabía que la niña en esa camilla era en verdad su hija.Pero se negaba a aceptarlo.En la multitud, alguien rompió el silencio con una pregunta incómoda:—Entonces, ¿qué es todo este embolate?—Si la hija de la capitana Lemaire en verdad falleció, ¿por qué su esposo diría algo así?Otra voz, esta vez un poco más mordaz, intervino:—¿No es obvio? ¿No ven a esa tóxica junto a él? Esa mujer debió manipularlo todo y ahora este idiota solo está atacando para cubrir sus errores.Con esa frase, las opiniones cambiaron.Las críticas y burlas comenzaron a dirigirs
Desde que volví a vivir por segunda vez, siempre me sentía como si hubiera olvidado algo.Hoy, un comentario sarcástico de Nicole, que pretendía ser insignificante, hizo que de repente lo recordara.En mi vida pasada, después de que mi hija y yo fuimos encerradas, le supliqué desesperadamente a William.Le dije que éramos su esposa e hija, que cómo podía tratarnos de esa manera.William, sin embargo, respondió con frialdad:—¿Esposa e hija? ¿Estás segura de que ella es mi hija?Me quedé helada.—¿Qué carajos estás diciendo? William estalló:—¡No te hagas la inocente, Amelia! Tú y Samir llevan mucho tiempo juntos, ¿no?Mi cuerpo se estremecía.Mientras el hecho de que había perdido la cabeza era obvio en sus espeluznantes ojos, continuó:—¡No creas que no lo sé! El día en que cometí aquel error casi fatal en el trabajo, fue porque vi el registro de una habitación de hotel que compartiste con Samir.—Y luego, cuando más te necesitaba, desapareciste una semana entera con la excusa de que
Tomé el certificado de defunción. Era una simple hoja que no pesaba casi nada.La vida de mi hermosa niña habia quedado reducida a ese papel.Aún estaba aturdida cuando giré para irme, pero William de pronto extendió la mano y me lo arrebató.Su expresión cambió por completo mientras murmuraba:—Esto no puede ser posible...Nicole, a su lado, se acercó para mirar, cubriéndose la boca, fingiendo estar sorprendida:—¡Dios mío! De veras no puede ser real. Amelia, ¿dónde falsificaste esta acta de defunción?William creyó darse cuenta de la verdad.Sin dudarlo, destrozó el acta de defunción en pedazos y me los lanzó a la cara.Y peor aún me los tiro en la cara:—¡Hacer actas de defunción falsos es un delito! Enfermera, ¿no teme usted que la señora Amelia Lemaire le involucre en su farsa y acabe usted entonces en la cárcel?La enfermera le respondio con firmeza:—¿De qué está hablando? ¡La hija de la señora en verdad...!—¡Deje de las sandeces! —William la interrumpió con brusquedad, lanzánd
Último capítulo