Lo que sentimos (3era. Parte)
El mismo día
Palermo, Sicilia
Carlo
Crecer entre demonios tiene su encanto; te acostumbras a la oscuridad, a la sangre, al riesgo como un hábito, como una extensión de ti mismo. Aprendes que el miedo es un lujo que no puedes permitirte, que la piedad es la soga con la que te ahorcarán tarde o temprano. No se sobrevive en este mundo siendo presa, sino convirtiéndote en el depredador más grande.
La gente común cree en la moral, en las reglas, en la justicia. Yo aprendí desde niño que esas son mentiras que los débiles se cuentan para sentirse seguros. Aquí no hay redención, no hay gloria en la bondad. Solo existe el poder, y el que lo tiene dicta las reglas. El imperio de la droga no se sostiene con promesas ni con lealtades falsas, sino con fuego, con muerte, con el miedo que infundes en los corazones de quienes se atreven a desafiarte.
Una amenaza, un golpe, una bala... ¿qué más da? No es personal. Nada lo es. Aquí nadie muere por casualidad, nadie cae sin merecerlo. Cada movimiento ti