SANA Y SALVA

CAPÍTULO 6

EMILIANO FERRER.

SANA Y SALVA.

Una vez que presenté a Marco, decidimos abordar el motivo principal de su visita.

—Marco, estoy interesado en incursionar en el mercado egipcio. Necesito que te encargues de investigar minuciosamente cada aspecto legal. Quiero tomar medidas audaces para impulsar el transporte ecológico y modernizar su industria automotriz. Algo me dice que es un negocio prometedor. Necesito un informe detallado lo antes posible, con todos los pros y los contras.

—Me pondré manos a la obra de inmediato. En cuanto salga de aquí, te enviaré un resumen exhaustivo. Ahora sí, me retiro para no quitarte más tiempo. Fue un placer verte, y nuevamente, felicidades. En cualquier momento te llamo y salimos a tomar algo.

—Perfecto, muchas gracias por venir. Espero tu pronta respuesta y acepto la invitación. Llámame para coordinar. Que tengas un buen día.

—Hasta pronto.

Marco se despidió de Antonella con un gesto cordial y salió de mi oficina. Me acerqué a ella; me miró y sonrió.

—¿Necesita algo? —preguntó Antonella con dulzura.

—¡Sí! Un beso. Necesito recargar energías contigo para continuar. Ha sido una mañana bastante agitada y siento que necesito fuerzas para seguir adelante —le dije con una sonrisa.

Antonella me observó con una mezcla de incredulidad y ternura, y sonrió, algo que siempre me encantaba. Se veía tan dulce. Rodeé el escritorio, tomé sus manos y la ayudé a levantarse. La atraje hacia mí, y noté el ligero nerviosismo que frecuentemente percibía en ella, el efecto que mi cercanía le causaba.

—Emiliano, podría darte todos los besos que me pides, pero estamos en horario laboral, y alguien podría entrar y vernos. Además, cuando me dices esas cosas así, de repente, me da un poco de vergüenza. Tampoco he podido borrar de mi mente todo lo que dijiste antes.

—Vamos por partes. Primero quiero mi beso, y luego seguimos con lo demás.

Uní mis labios a los suyos, tan suaves y cálidos. Ella soltó un suspiro, como si también me necesitara. Sabía que anhelaba este contacto, y ahora que su boca se entregaba a la mía, sentía una satisfacción profunda y un deseo creciente de no separarme jamás de ella.

Corté el beso y apoyé mi frente en la suya, con los ojos cerrados, suspirando.

—Podría volverme adicto a ellos. Me encantan tus labios, tu boca, Antonella. Siento que me volveré adicto a ti. ¿Quieres almorzar conmigo? Ya casi es mediodía, ¿o tienes otros planes?

Abrí los ojos para contemplar esos ojos azules que me tenían hechizado.

—Emiliano, dime que esto, tú y yo, no es un sueño. Esto que está pasando entre nosotros... tengo miedo de despertar y que no estés aquí ahora, siendo tan lindo conmigo y diciéndome tantas cosas bonitas. ¡Tengo miedo! Me encanta la manera en que me tratas y las palabras tan dulces que me dices, y la forma en que me besas... me pierdo en tus labios embriagadores que me transportan a un lugar mágico donde nunca he estado, y se siente tan bien estar ahí. Estoy empezando a amar esto que somos ahora, y quiero vivirlo contigo.

—Antonella, no debes temer ni tener miedo. Nada malo va a pasar mientras estemos juntos. ¿Almorzamos? Ya tengo hambre, ¿y tú?

—Yo también tengo hambre —su estómago emitió un discreto ruido que confirmó sus palabras, provocando una sonora carcajada en ambos—. Ja, ja, ja, eres romántico, pero ¡qué manera de cortar el momento, ja, ja, ja! No puedo negarme, porque mi estómago ya votó por el sí.

—¿Qué te puedo decir? Tus besos me abrieron aún más el apetito —dije con un doble sentido mientras encogía los hombros, sonriendo. —¿Nos vamos?

—Sí.

Le hice un gesto con la mano indicándole la puerta. Salimos de la oficina, pasé por el escritorio de Marta y le dije que regresaría en una hora y que podía irse a comer. Luego nos dirigimos directamente al ascensor.

Treinta minutos después, estábamos llegando al hermoso restaurante Bellini's. Era un lugar acogedor y tranquilo, con un ambiente familiar encantador y, ni hablar de sus deliciosos platillos.

—Guau, qué lindo es este lugar. Por fuera se ve modesto, pero por dentro es muy hermoso —comentó mi principessa mientras contemplaba el sitio.

Después de que se deleitó con la atmósfera del lugar, tomamos los menús y ordenamos. Un excelente vino abrió nuestro almuerzo. Brindamos por nosotros y por lo que estaba por venir, entre otras cosas. Disfrutamos de una exquisita comida y nos quedamos un rato más conversando.

—Emiliano, no quiero que lo tomes a mal, pero ¿estás seguro de lo que dijiste en la oficina?

—¿El qué? —dije, fingiendo confusión—. Sé más específica, por favor.

—En... ¿en ser tu futura esposa?

—Mmm, sí. ¿Por qué la duda? Sé lo que quiero y lo que siento, aunque te parezca muy pronto y apenas llevemos muy poco tiempo como novios. Me gustaste desde la primera vez que te vi, y no puedo negar que tu belleza me sorprendió.

—Más que dudas, no puedo creerlo. Siento que vamos muy rápido. Solo te pido que vayamos paso a paso, por favor. Hablar del futuro ahora es muy pronto. No puedo negar que me ilusiona, de hecho, en mis planes a futuro quiero casarme, tener hijos, formar una familia. Por ahora, quiero disfrutar a tu lado, conocernos más fuera de la oficina, conocer tus gustos, lo que te gusta y lo que no. ¿Me entiendes?

—Está bien... —Tuve una idea—. ¿Qué tal si me presentas a tus padres este fin de semana? ¡Me gustaría conocer a mis suegros! Aunque ya sé quién es tu mamá, y ella sabe quién soy yo. Pero no es lo mismo que ir a tu casa a presentarme formalmente y compartir con ellos.

Una hermosa sonrisa curvó los labios de Antonella, y el brillo en sus ojos me confirmó que la idea le agradaba.

—Me agrada la idea. Voy a comentárselo a mis padres y te presentaré como mi novio.

—No se diga más, entonces para el sábado, ¡brindemos! ¡Esto es un motivo para celebrar! Salute.

—Salute —respondí con una sonrisa.

De vuelta en la oficina, cada uno en su lugar, me sumergí en documentos hasta que llegó un correo electrónico con una invitación a un evento donde se reunirían todos los empresarios y CEO de Roma. Confirmé mi asistencia; me parecía una excelente oportunidad para asistir. Siempre era productivo conocer nuevos empresarios e inversores, la nata de la sociedad. Y lo mejor de todo es que ya tenía pensado con quién quería asistir. Solo necesitaba preguntarle y esperar que aceptara ir conmigo.

Eran las cuatro de la tarde. Ordené mi escritorio, planeando salir temprano. Quería visitar a mis padres, ya que no tenía noticias de ellos y me parecía muy extraño que mi padre no se hubiera presentado en la empresa, cuando usualmente lo sentía respirándome en la nuca. En cuanto a mi madre, ella me llamaba de vez en cuando; supongo que mi nana le informaba sobre mí.

Llamé a Marta y le pedí que viniera a mi oficina. Colgué el teléfono.

Toc, toc, toc.

—Pasa, Marta —dije.

—Permiso, señor. Aquí está el documento autorizando el pago del personal. Para mañana tendrán el sueldo depositado. También puede retirarse a casa; eso es todo por hoy.

—En seguida, señor. Hasta mañana.

—Antonella —la llamé.

—¡Sí! —volteó a verme—. ¿Te vas?

—Sí, voy a visitar a mis padres esta tarde. No tiene caso que te quedes aquí. Ya le pedí a Marta que se retirara; tú también haz lo mismo. Puedo llevarte y dejarte en tu casa, me queda de camino.

—No te molestes, yo puedo tomar un taxi que me lleve a casa.

—Insisto, hermosa. Yo te puedo llevar, no tengo ningún problema en hacerlo. Además, quiero asegurarme de que llegues completa, sana y salva —la tomé de la cintura y le di un beso rápido.

—Está bien. Siempre terminas convenciéndome. Me estás malacostumbrando, pero me gusta que me consientas —sonrió.

Ella colocó sus brazos alrededor de mi cuello, se acercó y me besó. Le correspondí al beso, y mi lengua pidió permiso para explorar el interior de su boca. Su sabor mentolado era delicioso. Gemí por el placer, y ella también emitió un pequeño gemido que fue música para mis oídos. Estábamos sintiendo mucho más de lo que podíamos expresar con palabras.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App