POV Alex
Cuando estacioné el auto cerca del patio, mi corazón latía con fuerza. Apreté el volante por un segundo, respirando hondo. Todo tenía que salir perfecto. Miré a Cecil de reojo. Ella iba en el asiento del copiloto, sosteniendo a nuestra pequeña Aurora con delicadeza. Su cabello caía en suaves ondas alrededor de su rostro y aunque aún se veía cansada, su mirada estaba llena de ternura.
Cuando sus ojos se fijaron en las decoraciones a través de la ventanilla, su labio inferior tembló levemente. Supe que estaba conteniendo un sollozo. Todo el patio estaba cubierto de guirnaldas en tonos rosados, globos perlados flotaban en las esquinas y un gran cartel con letras doradas colgaba sobre la entrada: “Bienvenidas a casa, Cecil y Aurora”.
— Alex… —susurró porque nuestra pequeña estaba dormida.
Sonreí con suavidad y me incliné hacia ella, acariciando la mejilla de nuestra hija con la yema de mis dedos.
— Estamos en mi casa, Cecil —le dije en voz baja — sé que querías irte al depart