LIAM BLAKE
—No puedes estar aquí… No eres familia, largo —dije una vez que arrastré a Allegra hasta el pasillo, iracundo por su presencia.
—¡No soy familia! ¡Lo sé! —exclamó sacudiéndose de mi agarre—, pero estoy aquí porque para mi padre, Helen es importante y no pienso dejarla sola. Así de sencillo. Tienes dos opciones, «señor no confío en nadie», dejas tu comportamiento infantil y me permites cuidar de ella, ya que mi padre no puede, o le explicas a tu madre que me corriste de aquí. Ella está muy débil y tus caprichos la pueden alterar.
Tenía razón y eso me molestaba. Si mi madre quería que Allegra cuidara de ella, ¿cómo podía alejarla del hospital sin que su salud empeorara?
—Liam… nuestros asuntos son punto y aparte de esto. No los mezcles.
—No tenemos ningún asunto tú y yo —contesté tajante.
—Sabes que sí —agregó guiñándome un ojo, divertida—. ¿Ya no necesitas ayuda con tu empresa? ¿Se te acabaron las ganas de pedir dinero a la familia Grant?
—De hecho, sí —contesté imitando su