IDRIS DOYLE
Desperté mareada y con indigestión, parecía que mi estómago estaba haciendo una fiesta con el resto de los órganos y la única que estaba pagando la factura era yo.
—Buenos días, ¿cómo te sientes? —preguntó Tina acercándose con curiosidad.
—Mareada y con acidez… —contesté sobándome el abdomen—. ¿Cómo llegué aquí?
—Te desmayaste al entrar al cuarto de Oliver, el señor Blake te trajo cargando hasta acá, como un valiente príncipe llevando a su doncella inconsciente y malhumorada a su lecho —agregó con gracia y no pude evitar sonreír, aunque no estuviera del todo de acuerdo.