RAVEN
— ¡Me estás mintiendo! ¿¡La urgencia que tenías era irte a revolcar con esas gemelas!? ¡Descubriste que son mejores dos aristocráticas que una esclava! – le grité en su cara completamente cabreada y veo sus ojos cambiar de enojo a asombro.
— ¡¿Qué, pensaste que no me daría cuenta?! ¿Quieres saber que me dijo ese hombre? ¡Pues que mientras yo jugaba a ser tu Luna, tú estabas comiéndote las tetas de esas gemelas!
— ¡Eso no es cierto! —me rugió
— ¡Mírame Raven, eso no es cierto! ¡No deseo a ninguna otra mujer que no seas tú, eso es una mentira!
— ¡Sí que me las encontré en el camino a buscarte, admito que caí en una trampa estúpida que me pusieron haciéndose las desmayadas, pero nunca te traicionaría, ni con ellas ni con nadie!
— Mírame Luna, ¡mírame Raven!— su mano en mi cuello se aflojó un poco y mis ojos rojos se fijaron en los suyos.
— Sé que te he pedido demasiado estos días, sé que estar alejados y pretendiendo que nos odiamos durante este tiempo, nos está pasando factura.