No pude evitar asombrarme.
Estábamos tan íntimamente cerca, que mi corazón latía como loco y tenía miedo que lo escuchara.
Los húmedos toques de su lengua me recorrían con erotismo y cerré los ojos sin poder evitarlo, gimiendo, cuando la suave punta recorrió la esquina de mi boca y comenzó a bordear mi labio inferior.
Sus afilados caninos me rozaban de manera peligrosa y oscura.
Abrí los labios, deseosa de más contacto.
Había dado pocos besos en mi vida y solo a mi ex mate, sin embargo, nada tan excitante y ambiguo como esto, que ni siquiera era un beso real.
Todo su enorme e intimidante cuerpo aprisionándome contra el árbol y sentí cómo algo duro y caliente se rozaba constantemente contra mi muslo.
Cuando creía que esa deliciosa lengua penetraría en mi interior, la oscura y ronca voz del Alfa resonó en mi oído.
— Hoy, a las 7 de la noche, te espero aquí.
Y antes siquiera de poder decir nada, se alejó con grandes zancadas y me dejó ahí, derretida contra el árbol.
“Pensé que habías