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InicioLa Élite - El Libro del Tiburón - Libro 2
La Élite - El Libro del Tiburón - Libro 2

La Élite - El Libro del Tiburón - Libro 2ES

Romántica
Imzadi  Completo
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26Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

Clasificada R

Ella, demasiado pequeña y al parecer delicada para un hombre como él. Él, un matón sin remedio, que tiene que arreglar muchos líos de su existencia. Juntos, una bomba atómica que si llega a explotar serán muchos los caídos a su alrededor. Dos caminos en ascenso y descenso, un mundo nuevo para ella, y para él un equilibrio en su caos.

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La Élite - El Libro del Tiburón - Libro 2 Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Capítulo 26

    Ese maldito teléfono no paraba de sonar, dos días habían pasado desde el encarcelamiento de Leona, y estaba atado ante las circunstancias. Su día a día se había convertido en un frenetico ir y venir. Se metió de lleno al arreglo del buque, había ignorado como podía a la mujer que le traía de las narices, enojado, frustrado, compungido y demasiado ansioso. Ella simplemente se dejó llevar por su personalidad, sin medir las consecuencias; no había tenido tiempo de buscar al hacker, solo le mando un mensaje a Nikoleta para que buscara al hombre, por medio de su red de contactos, a ver que podía solucionar, porque su caramelo había metido una considerable cantidad de dinero a ese video juego, que para él era un desperdicio de tiempo, pero quien podía hacerla entrar en razón.La entendía, una adicción era difícil de erradicar,

  • Capítulo 25

    El grupo se dividió esa noche, los dos debían regresar con premura a Estados Unidos porque eran requeridos, sus vacaciones habían sido suspendidas, uno de los porta aviones requería a todos los mecánicos de las bases navales, habían chocado con ballenas en el viaje. Lamentablemente, ninguna sobrevivió.Sebastián estaba tan feliz, le subió la moral que su plan diseñado con meses de antelación hubiera culminado en la alegría desbordante de todos, pero más por el hombre que anda triste por el mundo, su alma no estaba reparada aún. Christopher le había susurrado su plan maestro, el cual tenía algunas fallas pero a este no parecía importarle. A su costado, Leona luchaba de nuevo con su juego, gruñendo e insultando por lo bajo al lento sistema que no se movía a la velocidad que ella quería.Las azafatas de vez en cuando

  • Capítulo 24

    Por poco suelta la carcajada estruendosa al ver a su potra, desnuda en medio de la recepción de ese pequeño hotel, contándole desesperada a la mujer de recepción de un hombre la había raptado, y si no es por sus amigos de viaje, habría abusado de ella, era tal el dramatismo que le imprimía a su narración que la gente estaba aturdida, y no porque ella estuviera solo con botas, sino por la capacidad actoral que se gastaba. Una huésped corrió a su alrededor, colocándole su gabardina, viéndola tiritar del frio, el recordó que esta temporada era el inicio de invierno, y la nieve en cualquier momento empezaría descender.Se acercó a paso lento, esperando que la gente no se percatara rápidamente de su presencia, para que Leona colocara más énfasis a su interpretación, pidiendo con urgencia a la policía. La mujer asentía f

  • Capítulo 23

    Nunca supo porque inicio la pelea verbal, pero el buen ambiente había pasado a segundo plano. María discutía seriamente con Maurice, quien no se cortaba un pelo en decirle las cosas, esta le devolvía el guante con más fuerza. Peter se mantenía al margen, no quería meterse en la batalla verbal, girando su rostro a Paul que se mantenía hermético.—Todo es culpa de Paul —señalo Christopher ofuscado—, si dejaras de ser un malnacido, las cosas no serían así.Estaba a punto de responderle cuando metió su palabra Nikoleta —Él puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.—Ehhi —se quejó Paúl—, deja a mi puta madre en paz —la señalo.Nikoleta le saco el dedo medio —Cállate idiota.—Chúpame la polla —respondió agudo.Sin

  • Capítulo 22

    —Esta vez he planificado algo único —orgulloso Paul, mirando a Leona que giraba los ojos, alejándose para ir con Alena al bar y preparar bebidas para todos. Habían pasado dos años y su vida no era un apacible remanso, su potra no le dejaba tener la guardia baja un instante, salía con un millón de ideas y en una de esas él había terminado de cabeza en un agujero planificado por unas exultantes pelirrojas que se aguantaban la risa. Cuando logro salir, su mirada recayó en una sola persona. Había sido una persecución muy divertida, fue una lástima que solo duro cinco minutos, las piernas cortas de Leona, no eran rival contra las suyas, por más que ella corriera todos los días.—¿En dónde será esta vez? —curioso Maurice, jugando con Sebastián en la sala, gritándose los dos por quién había empujad

  • Capítulo 21

    Ella, miraba esa habitación con curiosidad por las cuerdas que colgaban de la reciente sesión a la cual fue invitada. Paul hablaba con el Amo de la joven sumisa que estaba postrada sobre la cama, su piel se veía enrojecida por las zonas donde habían pasado las cuerdas, miro a un costado, temiendo meterse en un lío por lo que haría, acercándose con cuidado a la joven que jadeaba, escalando la alta cama, acercando uno de sus dedos para trazar con suavidad la piel donde las cuerdas habían dejado su señal.La joven la miro sin quejarse, no le impidió la exploración suave que Leona hacía, era como si le dejara empaparse de las sensaciones como si estuviera a través de una piel externa, y no la suya. Temblaba ligeramente por el toque sutil, pero no se alejó.—¿Duele? —susurro.La vio pasar saliva, buscando como contestarle, cambiando un

  • Capítulo 20

    Ella cantaba en la ducha, era la primera vez que la escuchaba, desentonaba cada nota y su ritmo era pésimo, pero el movimiento de sus cuerpo le divertía, tan hábil en unas cosas pero una tabla para otra, él no era el único en este mundo que tenía dificultades con algunas danzas, pero la texana era una en sus sangre, no era como el resto de sus familiares que parecían que habían sido fecundados en medio de un baile.Su pequeño cuerpo intentaba llevar el ritmo que perdía a cada instante, dando un pequeño salto de frustración, pero él se estaba divirtiendo a lo máximo, porque sin que ella se diera cuenta, le seguía dejando caer champo en su roja melena y ella lavaba infructuosamente. Veinte minutos pasaron, ella se detuvo un momento en su canto y movimiento del cuero cabelludo, rezongando por lo bajo por el nuevo producto capilar que no quería salir.

  • Capítulo 19

    Bostezo cansado, la salida abrupta seis meses atrás era algo que no esperaba, el caso salió en fracción de minutos después de su intensa sesión, dejando a Leona acomodada en la cama, recomendándosela a Peter, quien había acostado a María en esta, luego que Maurice la sesiono en la habitación. El aire acondicionado hacia un ruido como si estuviera cayéndose a pedazos, para completar no lo habían colocado bien y el agua salía de este, lo cual lo tenía sin cuidado, su misión no era hacerle reparaciones a los hoteles de mala muerte en que se estaba quedando en la China.El poster rojo desteñido de la pared junto a la puerta donde daba las indicaciones de la habitación estaba raído por el tiempo, en la habitación aledaña su inquilino se movió, su cama era igual a la de él, que sonaba con un chirrido desesperante.

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26 chapters
Capítulo 1
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Su terquedad lo había llevado a este punto, debió escuchar a Sebastián cuando le dijo sobre la temporada de monzones; pero no, él como terco que es se metió literalmente en una sin salida. El agua le llegaba por encima de la cintura, a duras penas podía dar un paso porque era succionado por el barro, perdió su amada arma tres horas atrás cuando cayó de narices sobre el fango apestoso que le rodeaba. Ese maldito loco le llevaba ventaja de cien míseros metros en los cuales estaba en las mismas condiciones, pero con la leve diferencia que el agua le llegaba al pecho; el diluvial a duras penas les permitía ver al frente. Anhelaba en este momento tener un aerodeslizador, a y de paso retirar e su cabeza la imagen de Sebastián que reía, su informe detallaría esto, no podría ocultarlo.«Maldito Sebastián», gruño internamente &laq
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Capítulo 2
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Capítulo 3
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La Élite - El Libro del Tiburón - Libro 2/Imzadi
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Capítulo 5
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—¿Qué demonios hace acá? —miro despectivo a la mujer en la puerta de su apartamento. Detrás de él, estaban varios de sus sub alternos departiendo con cervezas y un silencio inundo el recinto. Su fiesta había llegado a un fin demasiado temprano.—Él no me desea más, estoy buscando un Maese que realmente me lleve por el camino de la perdición —arrojándose a sus brazos.Él no se movió, ni le abrazo.—Regrese —se soltó de sus brazos, sosteniéndola de sus antebrazos para alejarla de su anatomía—, no estoy interesado en tenerla como mi aprendiz.—¿Pero por qué? —Mostrando su cuerpo con su mano—. Soy muy sexy, le gustan las pelirrojas…—Usted no clasifica.Ella movió la mano de manera desdeñosa,
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Reboto contra el piso después de ser lanzado con furia por Sebastián, quien no quería escucharle. Estaba totalmente cegado, a su alrededor estaban sus hermanos y hermana, cabizbajos, tristes.—Escúchame —lo intento de nuevo—, todo lo hice para no dañarte, ella no es el tipo de mujer que me guste, se me estuvo insinuando por semanas. —Se levantó del piso, esquivando el golpe que iría a su abdomen por décima vez en esa hora—. No la amo, como ella dice, llame a la policía, es cierto, pero fue por el motivo que invadió mi hogar, además de que entre sus cosas pude obtener la información que sustrajo de tu caja fuerte.Era inútil, no le escuchaba.La ira lo consumía a tal extremo que su rostro era rojo y pétreo.— ¿Sí?, No me mientas, no soy un imbécil. Te metiste con mi sumisa, la obl
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Capítulo 9
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Si por él fuera, estaría machacando en la cabeza, al imbécil que observaba desde hace dos horas. Esta bestia, había pateado a tres perros, lanzado al agua a dos gatos, lanzado piedras a cuanta ave divisaba, y su paciencia estaba por derramarse, al verle acercarse a un caballo que pastaba con tranquilidad, sin percatarse que tenía a un enemigo demasiado cerca.El animal relincho, al sentirse ahogado de improvisto, el maniático estaba apretando un alambre de púas, y su paciencia llego al límite. Guardo la grabación que hizo durante esas horas, enviándola a su correo privado de la unidad, donde solo Sebastián tenía acceso. Estrello un puño contra su mano derecha, se acomodó las vértebras del cuello, y se escondió detrás de unas vacas impávidas que solo sabían rumiar. Fue girándolas con habilidad hasta quedar cerca del abusad
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Capítulo 10
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