Terminando su jornada laboral, Aleyda guardaba sus cosas en la cartera para volver a casa.
—Doctora, el señor director la espera en su oficina.
Le informó una enfermera.
Aleyda se alegró. Había escuchado decir que el fin de semana habría una celebración para conmemorar el aniversario del hospital y que, cada año, de sorpresa le subían el sueldo a varios trabajadores.
—Espero en esta ocasión ser yo una de las afortunadas—. Pensó mientras se dirigía a la oficina del director.
—¡Buenas tardes, señor!
Saludó al llegar. También se sorprendió al ver que hay dos elementos de la policía.
—Tome asiento, doctora.
La sonrisa desapareció del rostro de ella.
—¡Está usted despedida!
—¡Qué!
—Así, es, doctora.
¿Puede explicarme el motivo?
—Tengo una denuncia en su contra. Usted, se negó a atender a una paciente que venía en estado delicado.
—Eso no es cierto. Este día, he atendido a cuanta mujer ha necesitado de mis servicios.
—Doctora, en esta clínica, el paciente siempre va a tener prioridad.