Pronto Valentina se olvidó del tema del embarazo y se enfocó en algo mucho más importante: descubrir quién la drogó en aquella ocasión. Imaginando que su marido no llegaría a casa hasta por la noche, fue al hotel donde acontecieron los hechos pero le informaron que las cámaras de seguridad habían dejado de funcionar y que lamentablemente no contaban con los registros necesarios.
Lo peor del caso es que el mesero que entregó las bebidas había renunciado aquella misma noche, todo parecía un misterio sin querer que fuera resuelto.
Ella volvió a casa. Allí la estaba esperando Mariela, justamente para darle una desagradable noticia.
—Querida, a partir de este día vuelvo a casa con mi amor. Estoy embarazada y Javier teme que estando sola nos pase algo al bebé y a mí.
—¿Embarazada?— preguntó con asombro, ya que, su marido le había dejado claro que no quería hijos. —Ahora lo entiendo todo, Javier. En tus planes nunca estuvo que yo llevara a tu hijo en mi vientre, solo tu amante es digna de to