Capítulo 122. Huellas de fuego.
Dominic
El sudor me empapa la espalda, la tensión me carcome las entrañas, pero me concentro. Cada paso que doy, cada movimiento calculado, me acerca más a lo que quiero. A lo que voy a lograr. Lo sé, aunque la situación parezca de muerte, aunque los enemigos son muchos, no hay vuelta atrás. No voy a perder. No ahora.
El sonido del caos detrás de mí resuena, y aunque la persecución está a todo vapor, mi mente está anclada en Trina. No la dejaré. La rabia me consume, pero debo mantenerme firme.
Todo se reduce a este instante. Mientras me muevo por los oscuros pasillos del refugio, mi respiración se desacelera, la única forma de mantener el control sobre el frenesí que me consume.
La pierna de Trina está herida, pero la furia de saber que está viva, que aún la puedo sacar de allí, me da fuerzas. Su peso en mi espalda me recuerda lo que estoy arriesgando. No solo mi vida, sino lo que queda de mi humanidad. Lo que queda de todo lo que soy. De todo lo que se me arrebató.
Corrí como si no