—Consideré sacrificar a Elyra —continuó Draven en el presente, su confesión cayendo como piedras en el silencio—. Para traer a Selene de vuelta. Tenía el ritual. Tenía los materiales. Todo lo que necesitaba era una vida a cambio de otra.
Kael debería estar furioso. Debería estar levantando su espada, exigiendo saber si Draven todavía planeaba...
Pero todo lo que sentía era cansancio.
—¿Por qué no lo hiciste?
—Porque la conocí. —Draven soltó una risa áspera—. Porque pasé semanas observándola, y me di cuenta de que no era un intercambio. No era una vida por otra. Era condenar a alguien que merecía vivir para recuperar a alguien que... que me habría odiado por ello.
—Selene te habría odiado —coincidió Kael en voz baja—. Ella nunca habría querido que alguien más muriera en su lugar.
—Lo sé. Y Marcus... Marcus me habría golpeado por siquiera considerarlo.
Estuvieron en silencio por un momento, con el peso de los muertos entre ellos. Luego Draven agregó:
—No hablé por ti ante el Consejo.
—Lo