Hunter ladeó la cabeza y la observó. —¿En serio?—, susurró y se irguió. —Pasa, Jade Jamenson. Parece que tenemos mucho de qué hablar—.
Finn le agarró la mano y ella la apretó antes de apartarse. Dejó a los dos hombres de pie en la pasarela mientras otros se acercaban. No miró para ver quiénes eran. Ya habría tiempo para eso más tarde. En cambio, siguió a Hunteral interior de la casa. Cuando él cerró la puerta tras ella, todo pareció aclararse.
Ella estaba parada en la casa del Alfa.
Solo.
Su pulso se aceleró, pero no bajó la cabeza. No sentía la necesidad como con tantos otros dominantes, y eso debía deberse a quién era Hunter para ella... o al menos a quién podía llegar a ser.
Diosa, esperaba no estar tomando la decisión equivocada.
—Supongo que has oído que los ancianos me han obligado a actuar—.
—Realmente no te dieron opción—, respondió ella, a pesar de que no le gustaba la forma en que él la miraba.
Él resopló y luego le levantó la barbilla con el nudillo. Ella respiró hondo, emb