CAPÍTULO 29

Seré tu compañera, Hunter Brentwood. Haré todo lo posible por ser la compañera que necesitas, la compañera que la Manada necesita.

—Espero que no te arrepientas de esto, pequeña loba—.

Ella negó con la cabeza. «No puedo arrepentirme. Si lo hiciera, entonces no vale la pena tomar esta decisión».

Dicho esto, se puso de puntillas y acercó sus labios a los de él. Él se tensó un instante, luego la rodeó con un brazo por la cintura y le puso una mano en la nuca.

Ella jadeó y separó los labios, dejando que su lengua se enredara con la suya. Él gruñó, mordisqueándole los labios, tomando el control del beso. Sus hombros se derritieron, su cuerpo se hundió en el de él. Él sabía a especias, a poder y a un futuro que ella no podía ver.

Cuando él se apartó, ambos estaban sin aliento y ella podía sentir la dura cresta de su polla contra su vientre.

Al menos su cuerpo la deseaba.

Pero su corazón sería otro asunto.

Le tomó la cara entre las manos y la observó. «Supongo que eso selló el trato», dijo c
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