-¿Ian?-
Alice se quedó sorprendida al abrir la puerta de casa y toparse con el hombre.
-Yo...necesito...necesito hablar contigo-
La morena denotó tanto un tono de voz plagado de preocupación además de un aroma mezclado entre dulzón y amargo.
Olía al chico y a culpa.
-Pasa- invitó ella.
Cabizbajo, Ian se adentró en la casa.
-Sientate por favor- invitó amablemente Alice al hombre.
Ian obedeció.
-¿Qué sucede?- preguntó la mujer.
Tragando saliva y frotandose las manos, Ian miró, pudoroso, a la morena.
-No...no sé cómo...llegar a su... corazón-
Alice achicó los ojos.
-¿Del chico?-
Ian asintió con la cabeza.
-Solo...solo ve...sexo y...se denigra hasta el punto de...comportarse como...como...- bajó la mirada.
-Como un cualquiera- dijo ella.
-Sí- respondió en un hilo de voz Ian.
Alice dejó escapar un suspiro para después alargar una mano y posarla en una del hombr