Dominic empezó a tirar y forcejear intentando liberarse de la jodida corbata...
¡Pero le resultaba imposible!
-¿Se puede saber cómo demonios has atado la corbatita de los cojones?- increpó al castaño.
De forma insinuante, Joel caminó hacia él.
-Anda, yo te ayudo- dijo.
Inclinándose hacia Dominic, le agarró por un brazo y le ayudó a levantarse.
-Vale, ya me has atado y has sentido en tus carnes lo que yo sentía haciéndote lo mismo así que ya puedes desatarme-
Joel le hizo callar posándole su índice sobre los labios.
Y entonces arrimó su boca a la suya para decir, con voz tenue:
-Arrodillate-
Atónito, Dominic espetó con voz grave:
-No me estás diciendo lo que me estás diciendo-
Joel repitió, con un tono un poco más autoritario:
-De rodillas, Dominic-
-Ja, ni lo sueñes-
-¿Perdona?- preguntó Joel poniendo cara de no entender.
-Digo que no pienso arrodillarme- dando un paso ad