Bourne detuvo el coche justo enfrente de la entrada de urgencias del hospital.
Saliendo del vehículo se apresuró a ayudar a Jason quien se lamentaba de dolor.
Sus manos se sujetaban el vientre, como si de ésta forma el ardor desapareciera.
Pero no.
Le quemaba aún más.
-¡Un médico, por favor!- llamó Bourne con el joven abogado sujeto.
A su llamada acudió una mujer de piel morena.
Morin.
-¿Qué sucede?- preguntó ella.
-No lo sé, se puso a gritar diciendo que le quemaba- explicó el policía.
Morin se lo quedó mirando fijamente.
-¿Son...pareja?- indagó la mujer.
-¡No!- contestó Bourne.
Morin hizo un gesto a dos enfermeras para que llevaran al pelicobre a la sala de revisiones.
Ambas, empujando una silla de ruedas, ayudaron a Jason a sentarse y se lo llevaron.
-¿A quién te de llamar cuando termine de inspeccionarlo?- inquirió ella.
-No tengo ni idea-
-¿No le conoce?-
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