Leo.
Esperé paciente, con el corazón en un puño, mirando hacia ellos, para ver que sucedía, al final ella se marchó de nuevo a la sala de conferencias, y él se quedó allí, exasperado, refregándose las manos por el cabello, despeinándolo.
Sacó su teléfono desechable y envió un mensaje, que me llegó de lleno. Sonreí, al darme cuenta de que él estaba pensando en mí.
Número desconocido:
Si me dejas un poco más de tiempo, te lo explicaré todo.
Yo:
¿Cuánto tiempo, señor Miller?
Pude ver como sonreía allí, al leer mi mensaje, calmando mi corazón.
Núme