Después de la cena.
Las cosas no salieron como las planeó, pero sería un vil mentiroso si dijera o pensara que esto era algo que no le agradaba o no le gustara. Siendo honesto, desde que dejó la oficina esta tarde, no hizo otra cosa que imaginarse todo lo podría ocurrir en la noche. Sin embargo, todo lo que imaginó, no había sido otra cosa que una quimera que inventó su mente mientras trataba de centrarse en la preparación de la cena. Que sus planes resultaron truncados, no significó que no tuviera un as bajo la manga. La idea había brotado como algo descabellado y cuando esa vocecita dentro de su mente le dijo que cometería un error, ya era demasiado tarde.
Había invitado a su asistente a cenar a su casa.
(…)
Si antes creía que su muy joven asistente era bella, ahora creía que lo era mucho más. Verla delante de su puerta había sido como una ilusión, porque nunca la imaginó vestida con otra cosa que no sea la ropa formal que usaba cada día en la oficina. Y ver toda esa piel descubierta de los brazos y