Tensión.
Se habían traslado al living, la segunda botella estaba por la mitad y las copas vacías.
—Su casa es muy, muy bonita, Andrew. —Rió entre dientes, viéndola esbozar una sonrisa—. Lo digo en serio.
—Sé que lo haces —refutó, agarrando la botella—. Una de tus muchas cualidades es la sinceridad, Johari, y me gusta. ¿Más vino?
—Yo nunca podría mentirle, Andrew. —Arqueó una ceja—. Y sí, me apetece más vino. Gracias.
Se tomó su tiempo en llenar las copas, sintiendo la mirada de su asistente sobre sí, como fuego que le quemaba desde adentro hacia afuera. Casi podía palpar la intensidad con la que ella lo miraba y sintió de nuevo ese maldito tirón en su estómago.
—Debo decirle esto porque ya no puedo callarlo. —Alzó la mirada y contuvo la respiración por unos segundos, al contemplar esa mirada entrecerrada—. No estoy muy segura de lo que estoy haciendo, pero todo esto me está gustando más lo que debería. Se siente bien estar aquí. Me siento demasiado cómoda ahora mismo.
—Que te sientas así