49. PODER Y FRAGILIDAD
RIVEN
—Su prometida es interesante... y por lo que veo, ya tiene toda su atención.
La voz de Moris me saca de mis pensamientos. Está sentado —no, reclinado— en uno de mis sofás, envuelto apenas por una capa que deja demasiado a la vista. Ni siquiera se molesta en fingir recato.
—Sí, lo es —respondo, dejando caer el peso del cuerpo contra el respaldo de la silla frente a él—. Pero lo que quiero saber es cómo terminaste convertido en su mascota, si se suponía que estabas en medio de una misión.
Moris sonríe, y ese maldito brillo de orgullo le ilumina los ojos.
—Estaba de regreso cuando los encontré —explica, acomodándose aún más, como si mi sala fuera su dormitorio personal—. Como ya la conocía, decidí mostrarme con mi forma base para que no me reconociera. Una chica humana y linda entrando a este territorio no es algo normal. Aunque, evidentemente, ella tampoco lo es.
Se queda en silencio unos segundos, y luego, con una sonrisa casi reverente, añade:
—Es... especial.
Esas palabras resu