48. CURIOSIDAD Y PELIGRO
MARGARETH
El espacio entre nosotros es tan reducido que apenas puedo respirar.
Su mano en mi cintura me retiene con una firmeza que no deja lugar a dudas: no piensa dejarme escapar.
Debería apartarme, necesito hacerlo para pensar con claridad, pero su cercanía me desarma.
Su calor, su aroma, la intensidad de sus ojos... todo en él parece hecho para hacerme olvidar mis planes.
Mi cuerpo recuerda demasiado bien el beso anterior.
Ese roce incendiario que me dejó temblando, el sabor de su boca, la fuerza de sus labios reclamando los míos.
No debería querer repetirlo, pero lo deseo con una fuerza absurda.
La imagen se forma en mi mente sin que pueda detenerla: mis dedos hundiéndose en su cabello rojo, mi cuerpo pegado al suyo, el aire ardiendo entre los dos.
No morí virgen en mi vida anterior, así que sé lo que es la pasión. Este cuerpo aún no experimenta eso. El beso de hace un momento, es el primero y aunque fue apenas una prueba, fue suficiente para despertar mis necesidades de mujer.