11. ENFRENTANDO UN RECUERDO
MARGARETH
Su mirada no abandonaba la mía. Era tan intensa que sentí que podía desnudar mis pensamientos, arrancar uno a uno mis secretos más profundos. Pero no retrocedí.
¿Cómo hacerlo, si había esperado tanto tiempo este encuentro?
La yema de mis dedos rozó la palma de su mano. Era áspera, curtida por el entrenamiento o quizá por la guerra, pero al mismo tiempo transmitía una calidez que me gustó. Cuando mi mano reposó del todo sobre la suya, una corriente me recorrió entera.
Y entonces ocurrió.
Riven se movió con la velocidad de una fiera: me atrajo contra su pecho, rodeándome con sus brazos. En un segundo, una barrera de energía nos cubrió y el estallido sacudió los muros. Los cristales se hicieron polvo contra la magia invisible, y el rugido del impacto se mezcló con mi respiración entrecortada.
Mi cabeza quedó hundida en su pecho, su corazón golpeando con fuerza bajo la tela. Instintivamente, mis brazos respondieron al abrazo. El aire olía a polvo y a peligro, pero en ese instant