Capítulo cincuenta y uno. Se ha hecho justicia.
El tribunal estaba lleno. Las paredes parecían más altas de lo habitual y el aire más denso. Las cámaras estaban prohibidas, pero eso no impedía que todos sintieran la magnitud de lo que estaba a punto de ocurrir.
Kyan Byron se sentó frente al estrado. Nicole lo miraba desde la segunda fila. Millie estaba a su lado, con una tablet entre las manos, como si el dibujo que hacía pudiera distraerla de lo que su corazón ya sabía: que ese día era diferente.
Eleanor Byron entró con la elegancia gélida de siempre. Iba vestida de gris perla, su peinado impecable, su expresión dura como el mármol. Se sentó junto a su abogado, ni siquiera volteó a mirar a su hijo.
El juez, un hombre de rostro firme y voz medida, abrió la sesión con brevedad.
—Hoy escucharemos el testimonio del señor Kyan Byron, C.E.O de Byron Corp, en el caso de nulidad de testamento y alegato por coacción psicológica, presentado por el demandante.
Kyan se puso de pie. Su sombra se