Por otro lado, en el bosque, una loba corría entre los árboles, con la respiración entrecortada y con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho recordándole que Crono jamás la perdonaría.
Llegó a un riachuelo, con sus patas temblorosas incapaces de seguir. Con un gemido, la loba se transformó en su forma humana, con su cuerpo desnudo y vulnerable bajo la luz de la luna. Se vistió rápido con la ropa que traía su loba en el lomo, subió la colina en silencio, agazapándose entre los arbustos para observar la frontera sur.
Allí estaban guerreros con antorchas y con armas en las manos. Paso por su mente "Si me quedo en el norte, tarde o temprano me reconocerán, y los aliados de Crono no me permitirían vivir en paz. Me matarán," se mordió su labio inferior hasta sacar sangre. "Pero en el sur nadie me conoce. Podría desaparecer. Podría empezar de nuevo".
El frío le erizaba la piel. El hambre le retorcía las entrañas. Pero el miedo era peor. Desde su escondite, vio un grupo de guardias reun