Habíamos llegado ante la llamada preocupada de la nana Marina. Nos había contado con sumo detalle lo que sucedía en ese momento en la mansión Makís. Según ella, Amaya comía y había comenzado a jugar con su comida de una manera muy extraña. Morgaine le retiró el plato de enfrente y, para sorpresa de todos, Amaya comenzó a patalear y a llorar, comportándose como si fuera una niña pequeña.
—¿Amaya? —la llamó Dafne, corriendo a su lado. Eleonora y Morgaine la observaban, preocupadas—. ¿Qué te sucede, Amaya? ¿Por qué actúas así? La preocupación se dibujó en el rostro de Dafne al ver que Amaya la miraba como si no la reconociera, mientras intentaba recuperar su plato de las manos de Morgaine. Sin perder un segundo, Dafne sacó su teléfono y llamó al d