Hizo una pausa, todavía sin poder creer que la suerte nos hubiera puesto en su camino, precisamente ahora que tenía entre manos una importante investigación. Esa oportunidad no la podía dejar escapar. Pondría a todo el equipo a trabajar en el tratamiento de nosotros.
—Ahora que conocemos la verdadera naturaleza de lo que los aqueja, podremos enfocar todos nuestros esfuerzos en encontrar un tratamiento efectivo —aseguró, muy serio—. Y como usted ha ofrecido su apoyo incondicional, no escatimaremos en recursos ni en dedicación. Ilán y yo nos miramos, un rayo de esperanza brillando en nuestros ojos. Después de años de incertidumbre y desesperación, finalmente teníamos un aliado en nuestra lucha. —Gracias, doctor —dije sinceramente, con la voz cargada de emoción—. No sabe cuánto significa para nosotros tener esta