Sentada en el patio de la prisión, cerré los ojos buscando la imagen de Ilán en mi mente. ¿Qué sucedería con él? ¿En verdad estaba queriendo ayudarme? Ya habían pasado muchos días y no tenía noticias de él. ¿Habrá recaído de nuevo en sus vicios del juego? Muy lejos estaba de imaginar lo que había sucedido la noche anterior en la mansión Makis.
Mientras yo permanecía encerrada, Amaya había regresado a casa solo para encontrarse con una escena devastadora: todas las puertas abiertas de par en par y los guardias esparcidos por el suelo, sumidos en un sueño profundo. El desorden era total.—¡Nos han robado!—, había exclamado con un grito que cortó el silencio mientras corría hacia la habitación de Ilán. La encontró en un caos total: vacía y con evidentes signos de hab