Capítulo 4 - "Tu pasado es el que me asusta"

Narrador:

Tal y como lo había planeado, una vez que se vistieron, salieron por la ventana, cruzaron un pequeño bosque y se subieron a un coche que los esperaba encendido.

- Señor, que bueno que pudieron escapar sanos y salvos

- Muchas gracias Daniel, ahora ve y escóndete por un buen tiempo

- Eso haré, mucha suerte

- Gracias

Aurora y Dilan entraron en el coche y se alejaron a toda prisa

- ¿Y ahora, Dilan?

- Ahora, iremos a un lugar seguro, donde permaneceremos hasta que pueda ver la manera de que estés a salvo nuevamente

- ¿Vas a contarme que pasó allí? – preguntó tímidamente

- ¡Por supuesto que sí!, pero ahora deja que conduzca, ya cuando estemos a resguardo te lo cuento todo

- Me parece bien

Dilan acarició el rostro de Aurora y esta le beso los dedos cuando se los pasó por los labios. Eso hizo que Dilan sonriera ampliamente.

El viaje lo hicieron en silencio, Aurora cayó rendida y se durmió. El conduzco por horas. Al fin llegaron a una cabaña

- Aurora, despierta, hemos llegado

Ella abrió lentamente los ojos y al ver el rostro de Dilan sonrió. Se puso de pie pero las piernas se le aflojaron, así que él la tomó en brazos y la introdujo en la casa.

- Lindo lugar

- Gracias, ya te contaré su historia. Ahora creo que deberías darte un baño y luego comeremos algo.

- Amo Dilan, bienvenidos - dijo una mujer de mediana edad al verlos entrar

- Sara, muchas gracias, ella es Aurora ¿Preparaste el baño?

- Sí amo, está todo listo. Encantada señorita – Aurora solo le ofreció una cálida sonrisa - Y la mesa está pronta para que cenen, solo debe calentar en el micro.

- Gracias

- Me retiro a dormir, si necesita algo me llama

- Que descanses

- Ustedes también

Dilan subió las escaleras llevando a Aurora aún en brazos hasta el baño de la habitación principal. Allí la bajó

- Será mejor que te metas en la tina

- Estoy temblando

- Lo sé, es terrible lo que ha pasado

- ¿Me ayudas, por favor?

- Claro que sí

Entonces se acercó a ella y comenzó a quitarle la ropa. Lo hizo muy lentamente hasta dejarla completamente desnuda. Así la tomó en brazos y la metió en la tina con agua caliente y hierbas aromáticas.

- Gracias

- No hay de qué cariño, sabes que por ti hago cualquier cosa

- Lo sé – y sonrió por primera vez desde que la habían raptado

- Sara preparó este baño con sales y hierbas relajantes, te harán sentir mejor – le decía mientras le pasaba la esponja mojada por la espalda

- Se ve muy amable – acotó – creí que no te gustaban las brujas

- Lo es. Y siguen sin gustarme, pero ella es una bruja que yo rescaté de manos de unos lobos hace muchos años. Una bruja por despecho la despojó de su magia y fue expulsada de su aquelarre. Desvalida fue capturada por una manada de lobos, creyeron que aún tenía sus poderes, pero al darse cuenta de que no, iban a matarla y de la peor manera, pues los lobos solemos ser muy crueles. Yo no lo podía permitir, así que maté a todos en la manada y la rescaté. Le dije que era libre de ir donde quisiera, pero la realidad era que no tenía donde. Así que quiso quedarse conmigo y servirme. Yo le he dicho que eso de decirme Amo no es necesario, pero ella insiste en llamarme así. Entonces yo lo tomo como un apodo cariñoso, más que como un título de sumisión – y rió – porque si hay algo que no es Sara, es sumisa, ya la conocerás.

Luego del baño, Dilan dejo a Aurora, que se encontraba más tranquila, en el dormitorio para que se vistiera y él fue a terminar de preparar la cena.

Al darse vuelta la encontró parada justo detrás de él, metida en una bata banca con su cabello enrulado mojado, cayéndole graciosamente sobre sus hombros. No pudo evitar mirarla de arriba abajo

- Gracias por el baño

- ¡Uf, Aurora! – y mordió su labio inferior

- Dilan…

- Mejor siéntate, serviré la comida

Ella obedeció sin responder pero le miró un poco decepcionada. Al principio comieron en silencio, pero luego se fueron relajando y empezaron a conversar

- ¿Vas a contarme que pasó allá?

- Claro – cogió las copas de vino y se dirigió al sillón frente al gran hogar encendido – ven, siéntate aquí conmigo y te contaré todo lo que quieras saber – ella le siguió y cogió la copa de Dilan le ofrecía – Mira, tú me ligaste a ti con esa pócima que te hizo tu bruja, pero no vulneras mi voluntad, yo te pertenezco eso está claro, pero no puedes obligarme a hacer lo que no quiero, esta esclavitud que tú tienes sobre mí, es más bien para los demás, para que no puedan tocarme sin tu permiso, porque estoy bajo tu protección y si lo hacen es ofenderte directamente y podrías tomar represalias por ello…

- ¿Por qué me dices todo eso?

- Para ponerte en contexto de lo que sucedió

- Bien

- Cuando me ordenaste que me alejara, no lo hice

- Lo sé, te sentía cerca

- La cuestión es que como Iván, habrían otros seres que iban a querer hacerte daño. Entonces me mantuve alerta. Me mezcle con seres bastantes despreciables y sobre todo que odiaban a Caín. Eso me permitió meterme en esta manda de lobos que planeaba hacía tiempo vengarse de él haciéndote daño a ti. Me gane su confianza hasta que desafié a su Alfa y le gané en lucha así que lo desterré y ocupe su lugar como líder de la manada. Ellos ya tenían bastante planeado tu secuestro, yo solo pulí detalles, sobre todo para mi conveniencia. Lo demás lo viste con tus propios ojos – Aurora temía preguntar, pero al final lo hizo

- Dime, eso de violar a los prisioneros y hacerlo frente a todos, ¿es una práctica habitual?

- Sí, si lo es – ella abrió grande sus ojos, no quería creer que tales cosas se hacían

- ¿En pleno siglo XXI siguen haciendo esas barbaridades?

- No voy a mentirte, Aurora, los hombres lobos somos diferentes a los vampiros, ustedes son más refinados, nosotros somos más salvajes, no olvides que nos convertimos en bestias – tomó otro trago de vino mientras observaba como ella se horrorizaba ante su relato – yo he tratado siempre de mantener mi lado civilizado, por eso siempre fui un mercenario, un lobo solitario, las manadas no son lo mío. Ellas te arrastran a eso y no me gusta. Pero, volviendo a tu pregunta, sí, son prácticas comunes.

- Entonces tu deberías haberme… - y se cubrió la boca con la mano

- Exacto, yo debía violarte delante de todos, para humillarte al máximo, y luego dejarte en sus manos para que ellos también lo hicieran, de a uno o de muchos a la vez. Hasta matarte.

Aurora no pudo evitar y soltó a llorar, ante la sola idea de que pudiera haberle sucedido eso. Dilan dejó la copa sobre la pequeña mesa y se acercó a ella para abrazarla

- Lo que me cuentas es aterrador

- Lo es, lo sé. Por eso es que te dije que cuanto te rapté la primera vez no tenía intenciones de matarte. ¿Ahora lo ves?

- Si, ahora lo veo – y se abrazó a él – gracias por salvarme, por segunda vez

- Si vas a abrazarme de ésta forma cada vez que lo haga, lo seguiré haciendo, pues vale la pena – y rió

Estaba tratando de calmarla, era evidente que, como era nueva en este mundo de criaturas, se estaba sintiendo abrumada.

- Eres un tonto…

- Lo soy – le tomó de la barbilla y la obligó a mirarlo – Aurora, quiero contártelo todo, que me conozcas realmente, no el del astillero, pues si bien era yo, no lo era plenamente. Quiero que sepas todo de mí, no más mentiras, no más secretos. Yo estoy enamorado de ti y necesito que sepas quién soy en realidad

- Dilan…

- No tienes que decir nada. No voy a pedirte nada ni a exigirte nada tampoco, si bien fuiste tú quien me dijo primero que me amaba, era al espejismo de Dilan al que conocías y del que te enamoraste

- Aquella noche, en el calabozo, ¿la recuerdas?

- ¡¿Cómo podría olvidarla?!, la escena de la bata roja deslizándose por tu piel me persigue todas las noches al cerrar los ojos para tratar de dormir

- No era a eso que me refería, sino no específicamente cuando te dije que te quería – una lágrima corrió por su mejilla – era sincera. Yo te quiero Dilan – hizo una pausa para tragar saliva – sí, que te quiero, pero ahora no sé qué pensar

- Ahora que me conoces un poco más, te doy asco

- No, claro que no, no podrías darme asco aunque quisiera, pero sí me das un poco de miedo.

- Yo nunca te haría daño

- Lo sé, pero tu pasado es el que me asusta…

- No hablemos más por hoy, creo que ya ha sido suficiente, ven recuéstate a mí y miremos el fuego en silencio

Aurora se recostó a Dilan, y, tapados con una manta, observaron el fuego en silencio hasta quedar dormidos uno en brazos del otro.

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