Capítulo 30.
POV– MILA.
Lo llevé a la habitación con el corazón desbocado. Nicolás estaba ardiendo, sudoroso, su cuerpo entero temblaba como si el fuego lo consumiera desde dentro. Apenas llegó, se arrancó la ropa con torpeza y corrió al baño. Lo seguí con la mirada mientras el agua de la regadera caía sobre él, empapando su piel febril. No sabía qué hacer. Era como ver a un guerrero indestructible reducido a un hombre vulnerable, atrapado por un veneno que no entendíamos.
—¡Víctor! —grité con todas mis fuerzas.
Él apareció de inmediato, ajustando nervioso su camisa, pero no presté atención a su aspecto extraño.
—Llame a un doctor —ordené con voz firme—. Alguien en la fiesta drogó a Nicolás. No quiere ir a un hospital.
Víctor asintió y salió sin preguntas.
Diez minutos después, Nicolás salió de la ducha, tiritando de frío. Lo cubrí con una toalla, mis manos recorriendo su espalda empapada.
—¿Ayudó el agua fría? —pregunté.
—Solo un poco —susurró, temblando.
Lo ayudé a ponerse ropa seca, pero su cu