Las luces cálidas de la sala iluminaban el rostro de Kira mientras hojeaba uno de los álbumes de arte que Zoey había dejado en la mesa. El ambiente en la casa era relajado, casi familiar. Luka estaba encerrado en su habitación, jugando videojuegos con audífonos, y Sol y Zoey charlaban mientras preparaban una tabla de quesos. El murmullo de voces, las risas, el vino... todo parecía tan lejano de la realidad que Kira había vivido durante los últimos años. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía segura.
—¿Todo listo? —preguntó, con una sonrisa ambigua.
Julian no respondió de inmediato. Miró a Kira, que se había puesto de pie con un leve gesto nervioso, y luego a Sol, que tenía esa sonrisa traviesa que usaba cuando sabía que algo importante estaba por pasar.
Leo fue directo al grano.
—Bien. Ya tenemos todo. Papeles listos, contrato simulado, la historia armada. Desde hoy, oficialmente, ustedes son un matrimonio en proceso de legalización ante migración. Pero... —abrió las carpetas y co