Mundo ficciónIniciar sesiónEl salón ancestral se fue vaciando con la disciplina tranquila de la gente que entiende cuándo ha sido testigo de algo que no se repite. Las voces se apagaron primero; luego, el roce de las telas, los pasos sobre la alfombra, el sonido suave de las puertas pesadas cerrándose. Afuera, el sol comenzaba a declinar, tiñendo de cobre los mármoles y de oro deslavado los muros antiguos.
Cuando el último anciano salió, Ahmed se quedó un momento inmóvil en el centro del salón, con la caja abierta sobre la mesa y el anillo descansando ahora en la mano de Julian. No como una joya: como un peso. Como una respuesta.
Kira esperaba a unos metros, con Damian en brazos y Luka a su lado, ya un poco inquieto, mirando las figuras talladas en las columnas. Las gemelas, dos sombras pequeñas de vestidos claros, s







